26.4.10

Ella y sus quemaduras

El gemido que salió de sus labios apagó cualquier otro ruido existente en ese momento.
Ella apoyó su frente en la piel de aquel chico. Inspiró con fuerza.
"Sí... eso es... huele exactamente igual que siempre..." Sonrío para sus adentros.

Era increíble, después de tantos meses todo seguía igual.
La misma cortina manchada en el mismo sitio; la misma almohada con un agujero, quemadura de uno de sus muchos verdes que él solía tomar antes de quedarse dormido; la misma colección de botellines de cerveza encima de la mesita del salón, aun que con alguna que otra adquisición nueva; el mismo olor a pizza que provenía del restaurante italiano de la esquina; los mismos carteles de servicios unisex del baño; la misma sábana que compraron juntos...

Recorrió con la yema del dedo índice su pecho.
Su piel era cálida... quemaba.

Juntó sus labios a los de él.
Tan cálidos como siempre... bueno no, ahora más cálidos aún... quemaban.

Las sábanas acariciaban su cuerpo dibujando con exactitud su espalda.
Eran suaves y cariñosas, como el mejor de los abrazos; y cálidas... tanto que quemaban.

Ella se dejó caer sobre él, juntando sus cuerpos desnudos, abrazando su torso y acariciando su espalda. Un pequeño beso rosado estropeaba su perfecto hombro. Sería de la otra chica, la que hubo poco antes de que ella entrase en su habitación.

"No importa..." pensó ella. "Ahora soy yo la que se quema."

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