17.5.10

Ella y sus depres

-Hola, como podrás comprobar ahora no puedo cogerte el teléfono. Será porque no estoy o la resaca me impide levantarme. Bueno, ya sabes... Después de la señal jajaja. Piiiiii.
"Joder, que alegre suena mi voz en el contestador, ¿no?" Pensó ella cuando el maldito cacharro decidió activarse.
-Hey, tú, ¿se puede saber qué te pasa? Llevas dos semanas sin aparecer por el curro. El jefe está que echa humo por tu culpa. Como no vengas mañana, date por despedida... Llámame, anda. Besitos. Piiiiii.
Ella se levantó de la cama, fue hasta la máquina y borró el mensaje.
"Que mona que eres, Mer; siempre preocupada por mí... Pero no pienso volver, lo siento."
Se tumbó de nuevo y tapó su cuerpo con la sábana hasta la altura de la nariz.

Los fuertes aporreos en la puerta hicieron que sus ojos del color del mar se abrieran de par en par. Llevaba días sin beber, pero el dolor de cabeza seguía ahí, incurable, machando todas y cada una de sus neuronas.
"Dios, para ya...." Aunque apretase la almohada contra sus oídos con todas sus fuerzas, los golpes no cesaban.
Bufando, se levantó de mala gana y dejó caer la bata sobre sus hombros desnudos. Caminó lentamente hasta la puerta diciendo "ya va, ya va...". Evidentemente, la persona de la puerta no la escuchaba, porque siguió dándole al maldito timbre y aporreando la puerta con fuertes golpes.
Al llegar miró por la mirilla. Oscuro. ¿Tanto les costaba encender la luz? Resopló y dijo apoyando la frente contra la puerta:
- ¿Quién cojones eres?
- ¡Dios, estás viva! Soy Mer. Ábreme la puerta, por favor...
Se le escapó una pequeña sonrisa. Era demasiado buena. La trataba fatal, pero siempre se preocupaba por ella.
"No más llantos. No más gritos. Estoy harta de él, de sus engaños, de que me utilice siempre como segundo plato cuando la otra no está. Pero eso se acabó. Que se quede con ella si quiere. No quiero volver a verle. No quiero volver a ver sus ojos..."
Y con la mejor de sus sonrisas abrió la puerta. Pero la pequeña y pecosa chica de piel morena que esperaba ver estaba en segundo plano. Había alguien más delante de ella.
Sintió como sus ojos, los que unos instantes antes había jurado no volver a ver, la desnudaban acompañados con una cálida sonrisa. Unos fuertes brazos rodearon su cintura, sujetándola, mientras cerca de su oído escuchó un estaba muy preocupado por ti, gorda.

5 comentarios:

  1. Muchas veces tienes que decirte la misma frase para empezar a creertela, porque no sirve de nada decidir algo, y luego no hacerlo..

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  2. Pregunto lo mismo, que pasa después de todo esto?

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  3. Joer, ya publicaré más, tened paciencia._. xD

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