21.5.10

Ella y sus batallas

Las horas pasaban y ella no sabía que decir. Bueno, no... Sabía perfectamente lo que quería preguntarle. Pero, ¿cómo? ¿Cómo hacerlo sin que él se enfadase y se marchase para no volver jamás?
Las ideas se acumulaban en su cerebro, creando un caos que torturaba sus neuronas y amenazaba a su salud mental con desequilibrarla.
Y mientras tanto, ahí estaba él, en su casa, a su lado.... Esperando pacientemente a que las palabras brotasen de la boca de la chica.
"¿Por qué está aquí? ¿Por qué no está con ella? ¿Acaso han discutido? ¿O es que ella se ha vuelto a ir? Tantas preguntas y... ninguna respuesta. Di algo... joder, ¡habla!"
Le miró de reojo y se encontró con sus preciosos ojos color miel observándola con ternura. Sus tres rastas traseras caían delante de su pecho, haciendo una curiosa armonía con el verde que sostenía con su mano derecha. Siempre igual. Siempre sería... él.
La batalla de su cabeza no parecía tener fin.
Él suspiró, se levantó con cuidado de la silla, cogió su chupa y le dio un beso en la frente a la chica antes de marchar hacia la puerta. El portazo fue la bandera blanca de paz de la batalla.
"¡¿A... Adónde va?!" Echó a correr hacia la calle y le buscó entre la gente. Se abalanzó sobre él en cuanto le vio y se aferró a su cuello todo lo que pudo.
- ¡¿Estás loca?! ¡Mírate, estás en pijama! Joder, que estamos a ocho grados pequeña, te vas a constipar. - Se quitó su chupa y se la puso a ella, aunque a ésta le llegaba hasta casi la altura de la rodilla. Acarició su mejilla y sonriendo, añadió- Mira que te gusta llamar la atención, nos está mirando toda la calle...
Ella dejó caer su cabeza sobre el pecho del chico y, mientras rodeaba su cintura con los brazos, dijo al fin:
-No te vayas, por favor... Quédate conmigo.

1 comentario: